Despedida sin cartel

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A veces creo que los humanos deberíamos poder ser como los caracoles, andar con la casa al hombro, no tener que pensar en trasteos, poder ir así por el mundo, vulnerables y abiertos, pero a la vez con la protección que brinda a veces tener un techo. Sí, el techo como refugio, como hogar, no como conjunto de cosas materiales.

Es gracioso, porque justo en medio de estas preguntas, de mudarse, de irse, surge el proyecto de una persona muy especial -y otras que seguramente también son muy especiales- y preguntan ¿qué es la casa? quizás en un sentido más extenso que al que me refiero yo en este instante. Sigue leyendo «Despedida sin cartel»

Incertidumbres

Caminar, sonreir, seguir.

Al fin y al cabo todo se resume en caminar.

Y pensar que caminando se derramaron lágrimas tan amargas, y pensar que el frío helaba la sangre, y pensar que la soledad atormentaba como a animal forzado a estar solo luego de habese domesticado para la compañía.

Y dejar de pensar.

Y mandar al carajo la angustia, y mandar lejos los miedos, y dejar el letargo en la cama. Sí: Levantarse.

Cuando se mantiene de tropiezo en tropiezo es difícil saber si uno llega a levantarse por completo.

Y saber si se está sano es aún más difícil que saber si se está de pie, dicen que también depende del punto de referencia, y de circunstancias complejas. Quien sabe.

La única certeza respecto a uno mismo es sentir.

Sonrisas Pan-Am, introversión y otras vainas…

Detesto lo falso, lo fingido, lo que muchas veces sale más por necesidad que por voluntad propia… Es triste conocer personas que de frente le sonríen a alguien y a sus espaldas se burlan de esa persona. Es triste ver un montón de gente al día y preguntarse si cuando te saludan y cuando te sonríen lo hacen de manera sincera (o hacen lo mismo que hacen con otros).

Pude darme cuenta de que era introvertida gracias al post de David Sasaki (a quien, por cierto, felicito por su compromiso matrimonial) y entender un poco más el mundo que me rodea, en el que muchas veces no me identifico ni  siento que encuadro. Pude entender que a pesar de eso puedo aportar a este universo así como él puede aportarme a mí. En esas ando, creo.

En medio de ese montón de gente hay personas con las que de verdad sientes esa empatía, esa sinceridad, afortunadamente, pero también entiendes que la sonrisa Pan-Am es para muchas personas la mejor carta para sobrevivir en un mundo hostil y competitivo, en un mundo muchas veces tan cercano a ese que describió Huxley (Aldous) como el mundo feliz… La diferencia es que en él todas las castas son felices porque, en términos coloquiales, lo tienen en su «chip», es decir, les han metido en su cerebro la convicción de que tienen lo necesario para serlo, desde antes de nacer.

A pesar de eso, o tal vez precisamente por eso, trato de ofrecer abiertamente una sonrisa sincera al otro, y entiendo que a pesar de que la tristeza es un estado tan natural como la alegría, muchos pueden reprimirla para sobrevivir (lo cual es peor, casi siempre).

Otro de los muchos aspectos con los que comprendí el tema de la introversión es que a pesar de que podemos convivir con mucha gente a diario (aunque para mí aún sea complicado sociabilizar), siempre buscamos espacios de soledad, de paz, de tranquilidad. Quizás esa sea una de las razones principales por las cuales sienta ahora la necesidad urgente de independizarme.

Hoy me preguntaba, cuando caminaba del trabajo a la casa, con antojo de un bar donde pudiese escribir esto mientras sonara Let’s spend the night together, si para él tomar es su espacio de soledad y tranquilidad. No sé si me lo preguntaba buscando otra similitud con mis deseos de ese instante, o simplemente para comprenderlo mejor. Lo que sé es que no quiero ni necesito emborracharme, sea diciembre, enero, o el mes que sea.

A fin de cuentas, no me interesa sonreir cuando no quiero hacerlo, no me interesa ser quien no soy, no me interesa competir con el otro para ver si soy mejor o peor, yo solo compito conmigo misma. Con el otro me gusta compartir, sea o no mi amigo, sea o no cercano, sea o no sincero conmigo, tal vez por eso use Linux (y he ido aprendiendo poquito a poco algunas cosas), tal vez por eso este blog tenga licencia Creative Commons (como todo lo demás que subo)… Yo diría que ahora que se habla tanto de innovar, de crecer, de emprender, debería hablarse más de compartir, porque los procesos individualistas con seguridad no tendrán el mismo éxito que los procesos donde se comparte y se aprende en conjunto, incentivando no el individuo sino el equipo.

Melancolía

Dolor – Vincent Van Gogh.

Melancolía y nostalgia no son una buena combinación, tal vez. No solo es ese no encontrarse en el mundo, es no encontrarse en uno mismo, es perder la tranquilidad y la calma, navegar por el mar profundo y salado de la tristeza, es dejar de disfrutar tanto de la soledad como de la compañía, del día y de la noche, del sol y de la lluvia.

Queramos o no estamos en un mundo que, de alguna manera, nos exige ser felices y extrovertidos, casi todo lo que se sale de ese espectro está tipificado psicológicamente como un problema, ¿y es que cuál es la razón de vivir, no es, acaso, buscar ser felices?¿si vivimos en esa búsqueda, por qué fingir que no hay que seguir buscando?

Aunque suene a cliché, yo creo que la felicidad sí está en las cosas simples, más que un logro material, es un estado mental; pero la felicidad no es un estado permanente, no es eso que nos venden día a día miles de empresas (mucho menos Coca-Cola), y la nostalgia no es otra cosa que la añoranza de ese estado transitorio, feliz.

Ya olvidé cuando fue la última vez que me sentí realmente feliz, por supuesto que he sentido alegría, pero esa plenitud de la felicidad es un sentimiento poco frecuente. Y lo triste de la memoria es que así como se pueden resignificar los recuerdos para hacerlos más felices, un solo hecho, por ejemplo, una mentira, puede resignificar un montón de recuerdos felices y pintarlos de duda.

Yo no creo eso de que el olvido sea el único perdón y el único castigo, porque si de algo me he convencido es de la importancia de la memoria, el reto es que, a pesar de los recuerdos, o gracias a ellos, podamos vivir tranquilos, es la tranquilidad el único perdón. El castigo no importa, el castigo es la conciencia de cada cual.

La melancolía también puede darse por una felicidad aún no vivida, sentir nostalgia del sentir más que del recuerdo, del hecho.

No existe una solución mágica para salir de este estado, y creo que tampoco es importante buscarla, vivir es vivir también estos sentimientos. Sin embargo, el mundo sigue su rumbo, seguimos existiendo y, queramos o no, no podemos detenernos. La mayor fortaleza no es caminar cuando estamos alegres, sino seguir aumentando el caos y caminando aunque nos invada la nostalgia o la melancolía.

Volver

Ir subiendo y sentir que se aceleran los latidos, ver la ciudad desde sus orillas, sentir que, a pesar de ser un individuo del mundo, hay un lugar en ese mundo en el que sientes que formas parte, un lugar de sueños, tristezas, alegrías… Vida.

Sentir el aire fresco, abrazar los amigos, verles sonreir, mientras los ojos permiten la entrada de todas esas imágenes al paraíso de la memoria, olvidar por instantes esas historias de duendes y lágrimas.

Es, en cierto modo, ser de nuevo un niño, lo cual creo que es el estado más feliz en que puede estar un ser humano, escuchar en medio de la noche esa sinfonía de la naturaleza, saber que al abrir los ojos con los rayos del sol podrás disfrutar de esa maravillosa biodiversidad, así como sentir la calidez de tantas personas.

Aunque los pies sigan caminando, ese tejido complejo que permite la conciencia, de alguna manera, nos recuerda que también tenemos raíces.

Medellín agridulce

Siento que hace mucho tiempo no veo a Medellín desde las alturas, desde sus orillas, y de verdad lo extraño.

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Me molesta mucho cuando la gente, no se si por creer que es de «más caché» decirlo, se refiere a estos bellos y añorados lugares como «las comunas», ignorando totalmente que esta, mi ciudad, Medellín, al igual que muchas otras ciudades, está dividida en comunas.  Sigue leyendo «Medellín agridulce»

Málaga sinfónico.

Y se pierde la imagen, se desdibuja,

ruedan gotas saladas por las mejillas

(ojos, que su emoción manifiestan).

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Tarde, canta nuestra dama del tango,

tarde andamos, a veces, por este sendero.

Luego le canta a ella, con voz perfumada

y penas de bandoneón.

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El corazón palpita, sentimiento latente…

Respiro.

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Lido lleno, un huracán llega…

Un «enamorándome», entre líneas, que alegra la existencia.

Una sonrisa para sentirte cerca,

un sentimiento para huír del frío

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Patrimonio el arte, los lugares, su gente…

Patrimonio la vida, aunque es de todos y de nadie.

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Si acelera los latidos es arte,

si toca fibras sensibles del alma es arte

…Entonces sentirte también es arte.

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musculus erector pili se contraen,

filamentos que parecieran despertarse,

es el asombro, es el deleite.

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Sus cuerdas vocales que vibran…

Para dejar salir la armonía,

esa que también sale de cada instrumento.

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El unísono Con toda el alma

Para la flor de Mayo que ha partido.

Y luego «oye las notas festivas

que brotan de mi alma

porque tú vendrás«.

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Esto (lo escrito por mí), de nuevo, no es poesía, es azar, es caminar por las calles de esta ciudad y hallar sorpresas bellas, es el poder entrar a un sitio con las puertas abiertas y que es de todos, es también recordar y sonreír, y luego caminar entre los faroles nocturnos de Junín, entre las flores, entre el ruido, y sentir que en lugar de caminar, se flota.

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No está de más decir: ¡Felices 55, Salón Málaga, y que vengan muchos más! Gracias por regalarnos hoy la posibilidad de disfrutar de esas talentosas divas, con el maravilloso acompañamiento de la Sinfónica de la Universidad de Antioquia.

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Notas posiblemente relacionadas: Salón Málaga se viste de gala (El Mundo).

Frío (2)

«¡Abran! ¡Abran! Lo soportaré todo: los cepos, las tenazas, el plomo derretido, las pinzas, el garrote, todo lo que quema, todo lo que desgarra; quiero sufrir normalmente. Antes cien mordeduras, antes el látigo, el vitriolo…, todo antes que este sufrimiento interior, este…, este fantasma de sufrimiento que roza, que acaricia y que nunca hace demasiado daño».

Jean Paul Sartre – A puerta cerrada

Que se me secan de vivir las ganas,

y se me inundan los ojos, amor mío.

Que espero y no espero tu regreso,

Que dormida y despierta desvarío. Sigue leyendo «Frío (2)»

Recorriendo

«Un hogar para la vida» (clic en la imagen para ampliarla)

Re-correr.

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Ni siquiera esta ciudad logró que la noche no fuera amarilla. No lo logró ese camino bajo el metro con olor a excrementos, tampoco lo logró el niño haciendo malabares en un semáforo en la Floresta, ni ese señor que vive bajo los árboles en Santa Lucía, bueno, infiero que allí vive, está su cama improvisada con los «desechos» de otros, hay dos ladrillos entre los cuales hay cenizas, y otras cosas que la noche no me permite ver. Los murciélagos abrían sus alas majestuosas, ellos, los reyes de la noche.

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Yo creo que esos Fantasmas de Medellín de Germán Londoño decoran y representan a la perfección esta zona, esta ciudad con el corazón atravesado, herido, fantasmagóricamente. Los fantasmas rondan ese parque lleno de árboles, el mismo donde está ese columpio que ha probado el sabor de mis lágrimas, ahora lo entiendo todo. Sigue leyendo «Recorriendo»