Día de madres

Vivimos en una sociedad en la que con frecuencia nos muestran un orden de vida, no solo el «naces, creces, te reproduces y mueres», también el estudia jóven, trabaja jóven, y en lo posible muestra todo el tiempo la felicidad absoluta cargando tu vida de momentos que para el resto se vean significativos así en el fondo solo intenten llenar una imagen para el mundo.

Quienes no encajamos en el paradigma de tener mil viajes y fotos exitosas qué mostrar al mundo, con frecuencia podemos cuestionarnos a nosotros mismos si estamos fallando en este camino que es la vida, o si, por el contrario, simplemente vamos a nuestro propio ritmo. Yo opto por creer esto último.

Estudié por más de cinco años biología, y siempre me imaginé aplicando a un trabajo en alguna selva interesante, conociendo los miles de insectos que quizás ni habían sido nombrados, pero luego por razones personales terminé haciendo una pausa de seis años en la carrera, pausa durante la cual, además, me hice madre.

Justo un tiempo antes de pandemia reingresé a la universidad, y a la par de un trabajo obrero en las calles de Medellín, al sol y al agua, terminé avanzando en una tesis -aunque por cansancio extremo más de una vez pensé en descuidarme ante el carro que se acercaba mientras trabajaba en la calle, y finalmente renuncié a ese trabajo para solo estudiar-.

Hoy miré nuevamente mis fotos «viejas» y ví en ellas que eso que llamamos éxito es algo muy subjetivo. Quizás no he sido CEO ni ejercido como bióloga estos años, pero con mi propia hija hemos experimentado, leído, construido mil cosas. Viendo sus sonrisas he entendido que quizás mi mayor logro en estos años recientes no ha sido laboral, sino criar un ser humano con principios éticos y un ser humano feliz. Hoy, ad portas del día de la madre en Colombia, siento que un gran logro como humana ha sido que para ella yo sea la mejor mamá del mundo, con mis virtudes y defectos.

Hoy alzo mi frente pensando que largos años de esta travesía los he logrado como madre soltera, con la cabeza pensando en la economía, la crianza, el cuidado, el hogar, sin descuidar lo individual.

Siendo absolutamente consciente de que quien mire mi hoja de vida no va a encontrar experiencia laboral, y además va a encontrar un lapso de 6 años sin estudiar biología, me dediqué a prepararme a mi misma para concursos donde el proceso de selección no dependiera de ese tipo de observaciones, y es así como he ganado tres exámenes de concursos de méritos -dos de ellos sin alcanzar vacante, en lista de «elegibles»-, y para uno de ellos me encuentro próxima a participar en una entrevista. Desde hace más de un año trabajo en algo que nunca me hubiese imaginado, gracias a un nivel de inglés que nunca me imaginé que me ayudaría a conseguir trabajo.

Hoy por hoy reflexiono en lo paradójico que es que hoy con mi trabajo mis ingresos sean superiores a los de un profesional recién egresado, y aún así se vea a veces tan lejana la posibilidad de conseguir vivienda propia en un lugar que no sea en los extremos más alejados de la ciudad -ciudad además cada día más gentrificada por una oferta que es sumamente rentable para extranjeros-.

Hoy, con el corazón vibrante ante la incertidumbre de un futuro cambiante, no dejo de pensar en las muchas veces en que ese síndrome de impostora que nos abraza con mayor facilidad a las mujeres me decía que no iba a poder.

Pensar en el día de las madres en Colombia es pensar en «al menos le colabora» ante una responsabilidad económica y de cuidados inequitativa, es tener en la mente los proyectos de conseguir vivienda, crecer profesionalmente, a la par de fechas de vacunas, tareas, carteleras y actividades pedagógicas, es ver el pantalón que se queda corto y hay que cambiar por uno nuevo y llenarse de preguntas con esa adolescencia a la vuelta de la esquina.

Por eso es que a vos, mujer, mamá, que quizás sentís que no vas en esa escalera de apariencias sino en tu propio camino con subidas y descensos, con pausas y tropiezos, me tomo el atrevimiento de decirte que ya lo estás logrando.

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