Deja nuestras tetas en paz, Virginia

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Quisiera escribir con razones un poco más afortunadas, pero es que el nivel  colombiano no da para más, lamentablemente.

Tristemente muchas mujeres buscan su propia liberación en atacar a las demás mujeres, sin cuestionar siquiera la forma en que el patriarcado influye en sus opiniones y sentires. Piedras en el mismo tejado.

No puede ser que para yo decidir no tener hijos, tenga que atacar a las mujeres que los tienen, no tiene sentido que para yo decidir y reivindicar mi derecho a trabajar una jornada laboral (y ni hablemos de conciliación, que ya hemos dicho bastante) tenga que hacerlo pasando por encima de aquellas mujeres que de manera consciente e informada deciden quedarse en casa con sus hijos pequeños. Si hablamos de feminismo, hoy, revisando mi propio ideal de feminismo, diría que la principal característica de este es permitir que las personas, mujeres, hombres, trans y demás, puedan elegir su estilo de vida sin que sean violentados por ello (y sin violar las libertades del otro, por supuesto). Para ello hay que abolir montones de prejuicios, desde el hecho de que los hombres sean condenados a no expresar sus emociones, hasta el hecho de que una mujer no pueda ejercer su maternidad con amor porque según algunos «está malcriando», el hecho de no poder amar a alguien del mismo sexo, o el hecho de no poder decidir tener o no tener hijos. Sigue leyendo «Deja nuestras tetas en paz, Virginia»

Hablemos de conciliación (o del experto en Corea)

En días recientes se ha hecho viral en la red un vídeo en el que el experto en Corea Robert Kelly es interrumpido por sus hijos mientras es entrevistado en vivo para la BBC.

El vídeo ha dado todo de que hablar, pero principalmente se ha difundido por lo gracioso, porque es un personaje importante que está siendo entrevistado en un medio importante y de repente es interrumpido por la inocencia de sus hijos, cuya madre quizás andaba ocupada en otras labores y cuyo padre olvidó poner el seguro a la puerta… Porque quizás a todos los que somos padres alguna vez nos han interrumpido nuestros hijos en nuestras labores profesionales, alguna vez se te ha ido un «sdfasvartowpie0’+» al chat de trabajo escrito por tu hijo que tomó accidentalmente el celular, o alguna vez la voz de fondo de esa llamada o videollamada importante fue tu hijo haciendo alguna monería. Es decir, lo chistoso radica en que en parte, nos sentimos identificados, quizás también porque nos recuerda que en muchos hogares hay hijos, que lamentablemente en nuestra sociedad han pasado a ser humanos de tercera categoría que deben estar recluidos un alto porcentaje de sus vidas en guarderías, para luego estarlo en la escuela, luego en el colegio, la universidad, y finalmente en un escritorio hasta el fin del día (no es una generalización, por supuesto, también hay trabajos más y menos riesgosos que estar frente a un escritorio).

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Vivir la maternidad en el postdesarrollo

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Quizás suene un poco ambicioso el título de este post, pero luego de reflexionar un poco sobre un suceso cotidiano creo que este es el asunto con el que sufren muchos padres, el desarrollo.

Es una palabra que nos inculcan desde nuestro nacimiento -al menos acá en Colombia-, los padres deben llevarnos a crecimiento y desarrollo, y cabe decirlo, los padres estamos sometidos cada día a más presiones sobre los millones de formas «correctas» de criar según el criterio de cada cual.

No sé si lo dije en un post anterior, creo que sí, pero resulta abrumadora la forma en que todo el mundo sabe «a la perfección» como criar los hijos ajenos, aún cuando no se tiene hijos. Hay una presión fuertemente normalizadora, y cada persona que se sale de los estándares de ciertos grupos es un extraño y casi que un enemigo. Sigue leyendo «Vivir la maternidad en el postdesarrollo»

Por una maternidad humanizada

«El pasado es un lujo de propietario. Un hombre sólo, con su cuerpo, no puede detener recuerdos; le pasan a través. No debería quejarme: sólo quise ser libre» Jean Paul Sartre, La náusea.

No sé qué tan común sea esa sensación… Esa sensación de ver cómo los recuerdos pasan a través. De algún modo siento que así han sido los últimos años de mi vida, intensos y etéreos al mismo tiempo, cargados de momentos en los que el agotamiento simplemente borra los recuerdos como si se borrara lo escrito en una pizarra, o mejor aún, como si fuesen hojas acumuladas bajo un árbol, que de repente el viento dispersa… Sí, esa es la palabra, dispersa.

Debo admitirlo. Tampoco sé si es esta la primera, segunda o quinta vez que pongo esta cita en este blog, pero si sé que no es una sensación nueva, y que tal vez el tiempo la ha intensificado.”

Y en medio de todo ese borrón, esa cosa difusa, dispersa que son los recuerdos, sigue la existencia.

No puedo quejarme. La vida es más amable ahora, en medio de los retos que impone la distancia en el núcleo familiar, ella, siempre tan especial, nos llena de fuerzas.

Sin embargo, hay un recuerdo que marca, y casi que divide la vida en un antes y un después, y fue ese momento en que ella vino al mundo. Luego de un embarazo difícil (ya mencionado un poco en entradas previas), hoy recuerdo todas las angustias relacionadas con el momento en que sería el parto.

Si hoy pudiera devolver el tiempo, de seguro me hubiese preparado para un parto en casa, o en un espacio especial, aún en medio de la tensión alta que me acompañó. Hoy tengo la plena seguridad de que evitar todo el estrés de una hospitalización, agujas horriblemente inmensas, tactos inhumanos, oxitocina sin preguntar, amarrada a una cama diminuta en un espacio de producción en masa, con otras chicas quejándose al lado, entre otras perlas, de seguro hubiese sido más saludable para mí. Porque una cosa sí era clara, para la gran mayoría las recomendaciones de la OMS valen huevo, y mientras se pudiera hacer episiotomía o cesárea, la harían.

Pero fue justamente esa dualidad la que me llenó de miedo, de horror, de negación incluso. No quería saber nada del tema, a pesar de que sabía que el imninente momento llegaría. Y es ese horror de entonces del que ahora siento -creo que por primera vez en mi vida- que me arrepiento de algo. Que quisiera con todas mis fuerzas poder devolver el tiempo y haberlo vivido de otra manera.

Y como todo el mundo sabe, los quizás son la cosa más dañina que hay para la memoria… «Quizás si hubiese hablado con x persona que sí estaba informada sobre parto humanizado… Quizás si hubiese buscado en x página sobre ese tema… Quizás si no hubiese aceptado las terribles opciones que veía en el panorama…» Hoy quisiera poder hacer algo para evitar que a otra mujer le suceda algo similar, o al menos para que tenga más herramientas para decidir. Porque ese es el punto, que una mujer en un trabajo de parto es una persona consciente, capaz de decidir y pensar, y tristemente muchos médicos y enfermeras nos ven como un objeto pasivo, receptor, incapaz de decidir… Eso es violencia de género.

Para mí es claro que muchas decisiones que uno toma respecto a la maternidad y la crianza son actos políticos, y el más evidente de todos es la lactancia. Tú puedes optar por los teteros con leche artificial, pero hasta la misma OMS recomienda la lactancia exclusiva hasta los 6 meses y complementada hasta los dos años o más… Ah, y vaya a ver a qué se enfrenta una mamá que amamanta más de un año en este país.

Y no es en vano que justo por estos tiempos (posteriores a la semana de la lactancia materna) se esté tramitando un proyecto de ley para extender la licencia de maternidad hasta los 6 meses para la madre, algo que seguramente muchos empresarios e incluso muchas mujeres rechazan (y es que bastante nos falta para acercarnos a esos países con licencias de 6 meses o más), pero yo creería que si eso no se logra por ahora, al menos sí hacen falta proyectos para:

-Exigir a las EPS que no den mensajes contradictorios a las mamás que afecten la lactancia: hay estudios que indican que colechar no es malo, y los beneficios de la lactancia a demanda. En EPS SURA, por ejemplo, los psicólogos dicen que por las noches en lugar de dar leche, hay que darle agua a los bebés… ¿Y las mamás que trabajan? pues adiós lactancia.

Multar incluso a las que den información no sustentada y que afecte la lactancia. Hoy todos los consensos científicos van encaminados a defenderla.

-Multar o penalizar de alguna manera a las EPS que con argumentos contrarios a la jurisprudencia de la Corte Constitucional, intentan no pagar las licencias de maternidad, tanto a mamás trabajadoras vinculadas como independientes.

-Hay que empezar por la niñez, se debe educar en las escuelas que los niños, como todos los demás mamíferos, necesitan leche en su desarrollo, amamantar no debe ser mal visto, y eso es un tema educacional.

-También educar en lactancia, muchas mamás dejan de amamantar por miedos infundados, como que su leche no es suficiente.

-La prioridad luego del parto es el contacto piel a piel que facilite la lactancia, todo lo que no sea urgente debe postergarse para permitir este contacto.

-Multar o penalizar toda clase de violencia obstétrica. Esto debe incluir también un apartado para procedimientos quirúrgicos innecesarios.

Sobra decir que habría que empezar a revisar leyes y jurisprudencia antes de formular algo, pero que el objetivo quede plasmado, y que quien se quiera unir, bienvenido o bienvenida sea.

¿Qué se logra a cambio? fácil: bebés y adultos más sanos, mamás más saludables, mejores lazos afectivos en las familias… Y para quienes necesitan monetizar la vida: menores gastos hospitalarios de intervenciones quirúrgicas, menores gastos en salud para esos bebés amamantados y futuros adultos, menos probabilidad de cáncer de mama (entre otros) para la mamá, menos depresiones posparto que puedan afectar psicológicamente tanto a la madre como al hijo, etc.