Una flor

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.
Y entonces residía en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor.

-Así habló Zaratustra.

A ella le gustan las flores. A los adultos les gusta correr con el ceño fruncido. Sigue leyendo «Una flor»

Navidad, educación y autoritarismo.

Existen dos tipos de padres (existen muchos, pero voy a hablar de dos específicamente): los padres que antes de nacer sus hijos ya saben en qué colegio y universidad estudiarán, cómo ejercerán la disciplina, a qué edad irá a la guardería y hasta cuál será su primer alimento complementario, y los que sobre la marcha vamos aprendiendo de nuestros hijos y tratando de decidir lo que es mejor para ellos acorde a nuestra forma de ver el mundo y su desarrollo -adquiriendo una visión crítica del entorno-. Sigue leyendo «Navidad, educación y autoritarismo.»

«Porque toda mujer debería ser madre»

Esa frase la escucho desde hace muchos años, es una idea recurrente de muchas mujeres en especial madres manifestar que todas las mujeres deberíamos tener uno o más hijos, que es una experiencia de vida única que ninguna mujer debería perderse.

Yo siempre he discrepado con esta idea, tanto antes que no quería traer hijos al mundo como ahora que soy madre. Siento que reduce la mujer a su genitalidad y a su capacidad de concebir como si no pudiésemos aportar ninguna otra cosa al mundo, me parece que es tan duro con una persona que no quiere tener hijos como con aquellas que queriendo tener hijos no han logrado tenerlos.

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Blogroll, ambientalismo, proceso de paz y receta.

Blogroll

Fue de las primeras cosas que aprendí cuando empecé en WordPress. También lo enseñé en los talleres de blogs que dí: No es cuestión solo de que te lean, sino de tejer redes.

Hoy reviso mi blogroll y lo actualizo, con la nostalgia que solo sabe entender alguien que lleve más de seis años blogueando (en mi caso son como 10, hay gente que lleva más), esa de ver que al fin y al cabo mantener un blog vivo no es cosa fácil (muchos ya ni existen), y que toparte con un post viejo te puede sacar lágrimas. Sigue leyendo «Blogroll, ambientalismo, proceso de paz y receta.»

Entre feminismo y maternidad

Veo que muchos padres se esmeran realmente por darle a sus hijos lo que ellos no tuvieron cuando pequeños. En mi caso, siento que quisiera darle a mi Emma los privilegios que yo tuve en mi niñez.

Privilegios como vivir en las afueras de la ciudad, tener árboles que cosechar, en los cuales jugar. Tener pocos juguetes, pero un universo para inventarlos. Y, por supuesto, mucho amor.

Se acerca una época en la que muchas personas quisieran darle los juguetes más lujosos a sus hijos, y yo, mientras tanto, quisiera salir de unos cuantos que siento que no le aportan a su desarrollo, porque eso sí, los juguetes que le representan un reto, una novedad, nos fascinan a ambas. A ella jugarlos y a mí verla jugar.

Tengo claro que no me interesa comprarle, o al menos no por mi iniciativa, juguetes plásticos y mucho menos «princesas». De hecho, tampoco comprendo la obsesión de muchas personas porque las niñas tengan que mantener de vestido, y preferiblemente quietas para que no lo dañen o ensucien… No, yo quiero que Emma juegue, descubra el mundo, esos pequeños detalles fantásticos de la naturaleza, que explore. Claro, tampoco soy radical, hay varios juguetes plásticos que evidentemente le gustan y con los que descubre cosas, y vestirla ocasionalmente con vestido no le hará daño.

También llegará el momento en que quiera conocer de roles: bomberos, constructores, ser mamá de muñecas, etc. y tengo claro que no voy a entrar en eso que ya están los almacenes… «Sección niños, sección niñas», como si los diseñadores y peluqueros más conocidos no fueran hombres -también algunos chefs-, o como si no fuera la Selección Colombia Femenina de Fútbol la que más lejos ha llegado en mundiales proporcionalmente con el tiempo que lleva activa.

En fin, ser mamá lejos de alejarme de mis ideas sobre el feminismo me ha llevado a reafirmarlas, porque me parece absurdo que en lugar de formar personas integrales, que sepan sobrevivir en distintos ámbitos, sin prejuicios de raza o de género, nos enfrasquemos en que una niña o un niño tienen que ser de x o y manera. Cuando hablo de sobrevivir también hablo de cosas básicas como cocinar, pues me parece absurdo que muchos padres aún marginen a sus hijos del placer de conocer y mezclar ingredientes en el laboratorio que es la cocina, o por qué se le «obligue» a las niñas a esta «reponsabilidad» y no a los niños. En gran parte esa fue la razón de mi rechazo por tanto tiempo a la cocina, con la que lentamente me he ido reivindicando.

Ser mamá, compañera y extender mi familia también me ha enseñado a conciliar, y a entender que hay cosas conciliables y otras que no. Decidimos bautizarla y ponerle aretes, pero también hemos decidido viajar con ella a diferentes zonas del país, y puedo decir sin sombra de arrepentimiento (respecto al viaje y al lugar, más no a la falta de compañía) que mi bebé disfrutó inmensamente de las aguas termales cerca a Puracé, aunque esa experiencia resultara luego un tanto traumática -literalmente- y aún me estoy recuperando, eso de estar encerrada en una casa dedicada «al hogar» no va con los sueños que tengo como mujer (aunque los respeto), ni lo que soñamos como padres y pareja.

Debo admitir que en ocasiones envidio ciertos talentos de otras mamás, que quizás requieren un poco más de femineidad, por así decirlo. Veo a esas mamás que organizan las super fiestas para su hija y a ratos me abruman, pensar a su nivel de detalle: la bolsita de regalo, el regalito, la torta, la decoración, el vaso, la cuchara, la servilleta, el juguete, el recordatorio, la ropa, etc. mientras que para el primer cumpleaños de mi hija con dificultad logramos que la mayoría de los asistentes estuvieran a la hora de partir la torta mientras ella lidiaba con los síntomas de una roseola. Eso sí, amor no le faltó, ni le falta.

A veces temo que llegue el día en que me recrimine, en que pregunte el por qué no le hago los peinados que hacen otras mamás a sus hijas, las fiestas ostentosas y todo lo demás, es decir, mi falta de «femineidad» para con ella (porque es un asunto que si bien tiene que ver con la economía, la trasciende), , pero espero explicarle también que ciertas cualidades que atribuyen a las mujeres no necesariamente deben tenerlas todas las mujeres, y que son más un estereotipo. En fin, son tantos los retos y expectativas que uno tiene con la paternidad, una vez está inmerso en ella y entiende su importancia, que el temor tiene a ser el «no dar la talla».

Para mí el feminismo está en el diario vivir, y he aprendido a entender las presiones de género en los detalles más sutiles e inesperados, y aunque no termino de entender por qué algunas feministas son felices alabando su sangre menstrual (lo que para mí, como creo haber explicado en otro post, suele ser un evento terrible de ser mujer), o llamándose lobas, como si ser humano no fuese suficiente, pero bueno, eso lo hablaré en otra ocasión, cuando quizás entienda o alguien me explique mejor el asunto.

Por cierto, siempre es grato estar acompañada en el proyecto familiar de alguien que comparte muchas de estas ideas, quizás con otros argumentos, que retroalimentan.

Credo.

Maceo, Antioquia. -Foto: cc by Blueandtanit.
Maceo, Antioquia. -Foto: cc by Blueandtanit.

Dicen que lo que no te destruye te hace más fuerte, y es verdad.

Si hay algo de qué arrepentirse en la vida, es de no vivir, porque mientras uno viva, uno siente, aprende y es libre, libre y responsable de lo que elige. Indefectiblemente libre.

Y hoy, en medio de un mundo que a ratos (por no decir que casi siempre) pareciera exigir la homogenización, la castración del ser, la automatización, la falta de elección, la falta de libertad de hacer lo que queremos y sentimos… Digo y declaro que creo en la biodiversidad, en su sentido etimológico, literal y metafórico; como fuente necesaria para la existencia del universo en que vivimos, y para la efectividad y realidad de lo que llamamos justicia.

Interiorizar la inclusión de género antes de exteriorizarla

El discurso de la inclusión de género se ha vuelto bastante  popular en algunos círculos sociales, es bastante aceptado para muchas personas hablar de lenguaje incluyente y cosas por el estilo para hacer más visible nuestro género (el femenino).

Lo paradójico de esta situación es que muchas de las personas que se llenan la boca hablando de lenguaje incluyente son las mismas que de diversas maneras nos discriminan, especialmente en el plano de la sexualidad. Muchas personas que he visto defendiendo a capa y espada la inclusión de la mujer, la equidad, los salarios justos, el poder desempeñar cargos que tradicionalmente han desempeñado los hombres e nfinitos etcétera, luego las he visto criticando a su compañera que es promiscua, o aquella que es homosexual, bisexual, la que es madre soltera, aquella que invita a salir a un hombre, que toma la iniciativa, y muchos otros etcétera. Sigue leyendo «Interiorizar la inclusión de género antes de exteriorizarla»

Ella

Hoy es viernes, la noche huele a tristeza y soledad, a indignación y a muerte.

La violencia no cesa, mientras algunos se creen dueños de un territorio que es público y roban, matan, atemorizan a la gente… En Medellín volvemos a los paros de transporte público, a eso de que «el taxi va nomás hasta aquí, yo por allá no subo«,  a las fronteras invisibles que quien cruza muere, a las vacunas (infame nombre que reciben los cobros de los delincuentes a quienes con el sudor de su frente se ganan el sustento de sus familias) y las amenazas. Y es que la guerra, como siempre se supo, nunca terminó, los «muchachos», ó, mejor dicho, los amigos de lo ajeno, desde que ganaron la guerra (hace 8 años)  se quedaron, se «desmovilizaron», se fragmentaron y adquirieron diversos nombres, ahora pelean entre sí, usando a las personas inocentes como sus trincheras.

Intento no pensar en toda esa realidad, en que en Ituango aún hay desplazados que los noticieros ya olvidaron, que en La Loma están matando a los niños en las escuelas… Intento cerrar los ojos, entonces suena She’s like a rainbow y luego una bella voz canta Y dale alegría a mi corazón, pronto terminan mis vacaciones y siento que este corto tiempo lo dediqué más a mi futuro cercano que a mi presente (que dormí poco, que vi a pocos amigos y vi pocas veces a esa persona que con una sonrisa puede alegrarme el día), y ojalá que el cuerpo no pase su cuenta de cobro, pero tampoco quiero ocupar la mente en eso.

A mi lado se encuentra aquel escrito para ella, debo advertir que ella puede ser cualquier persona (aunque en realidad ella es única), y que si usted se identifica, no se asuste… Sigue leyendo «Ella»

Retorno

Luego de varias semanas sin internet y luego sin computador, al fin tengo la oportunidad de retornar a este espacio y “pensar en voz alta” algunas cosas…

Por una parte, el no tener computador un buen tiempo me hizo confirmar lo que había dicho en el post Computadores con internet, ¿Necesarios en universidades públicas? Supe lo que es tener que pagar horas de café internet para realizar trabajos de la universidad ó para trabajar (pues, como ustedes saben, soy la tutora virtual de Hiperbarrio Ituango y por obvias razones de distancia los talleres son vía internet), supe lo que se siente no recibir a tiempo un correo urgente a tiempo y como consecuencia tener que imprimir de nuevo un trabajo bastante costoso solo porque la profe había dicho por correo que no era así, y supe lo que se siente tener que repetir el trabajo (de nuevo en computador) un día antes de un parcial, cuando las salas de la biblioteca –que son las que abren hasta tarde de forma gratuita- solo tienen como editor de texto el pinche bloc de notas (si algún estudiante de la de Antioquia me lee, le cuento que la solución esta en google docs). Por lógica simple, pagar un café internet para poder trabajar hace que las ganancias en un trabajo sean mínimas, en esos casos uno trabaja por puro amor a lo que hace. Sigue leyendo «Retorno»

Soledad es que nadie me lea…

Algún día como cualquier otro, caminando por baranquilla, por esa vía que va desde la Universidad De Antioquia hasta la estación Hospital del metro y viceversa, no pude evitar observar unos 2 mensajes que llamaron mi atención, el tercero apareció después, los pongo en el orden en que decidí entenderlos…

...El segundo que ví:

...EL primero que ví:

…El tercero que ví:

Lo pensé varios días, dudé mucho hasta decidirme a tomarles una foto a la carrera, sentí una inmensa alegría al no verme sola, al saber que, como mínimo (sin que ese mínimo sea sinónimo de poco), él siempre me lee y me escucha, sentir ese alguien que te aleja de las frías garras de la soledad y te lleva a un paraíso cálido y comprensivo.

…Y es que esas garras frías siempre asechan, siempre estan a la espera de congelarnos a todos el corazón, siempre es importante ese alguien que nos quiere, nos escucha y hasta nos ama, ese alguien que esta ahí, leyendo este mensaje al igual que muchos otros, ese quien que acompaña siempre, que lee miradas, escritos, pensamientos y sueños… Sigue leyendo «Soledad es que nadie me lea…»