La memoria, lo que nos queda.

Trailer del documental «No hubo tiempo para la tristeza», elaborado por el Centro de Memoria Histórica.

Desde pequeños, en las escuelas nos enseñan la frase «el que no sabe de historia, está condenado a repetirla», tristemente, en nuestro país el esfuerzo de muchos medios es obligarnos a repetirla, a desconocerla, a desconocer nuestras víctimas, nuestros dolores, nuestras lágrimas.

Hace unos meses, el Centro de Memoria Histórica, que ha llevado a cabo la difícil labor de desenterrar de nuestro pasado sangriento la historia de las víctimas, de nuestro conflicto interno, de nuestra situación de guerra, publicó el informe ¡Basta ya!, un informe con gran soporte fotográfico, estadístico, testimonios y demás, que recorre nuestras más recientes tragedias como país en conflicto hasta esas que ya muchos por desinterés, mala memoria o poca conveniencia, hemos olvidado (ver informe).

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Este…

La angustia

Naturaleza, nada tuyo me conmueve, ni los campos
nutricios, ni el eco bermejo de las pastorales
sicilianas, ni las pompas auroreales,
ni la solemnidad doliente de los ocasos.

Me rio del Arte, me rio del Hombre también, de los cantos,
de los versos, de los templos griegos y de las torres espirales,
que se estiran en el cielo vacío de las catedrales,
y con igual ojo veo a los buenos que a los malos.

No creo en Dios, abjuro y reniego
de todo pensamiento, y en cuanto a la vieja ironía,
el Amor, quisiera que no me hablaran más de él.

Cansado de vivir, teniendo miedo a morir, semejante
al brick perdido, juguete del flujo y del reflujo,
mi alma apareja para espantosos naufragios.

Paul Verlaine.

(Tomado de acá)

Este hastío, este no querer estar, este no querer formar parte de, este no querer insistir, este poquito de indiferencia, este exceso de aburrimiento, esta falta de ganas, este no querer seguir, este tedio de la cotidianidad, este tedio de buscar algo nuevo, esta desesperanza de sentir, esta indiferencia al inminente fracaso, esta indiferencia ante la indiferencia, esta falta de angustia, esta falta de miedo… Sabe a muerte.

¿Huir?

«La Muerte, que es muy  ágil, dió un brinco y se montó en una horqueta del aguacatillo; se echó la desjarretadera al hombro y se puso a divisar. «¡Dáte descanso, viejita, hasta qui a yo me dé la gana -le dijo Peralta- que ni Cristo, con toda su pionada, te baja d’es’horqueta!».

Peralta  cerró su puerta, y tomó el tole de siempre. Pasaban las semanas y pasaban los meses y pasó un año. Vinieron  las virgüelas castellanas; vino el sarampión y la tos ferina; vino la culebrilla, y el dolor de costao, y el  descenso, y el tabardillo, y nadie se moría. Vinieron las pestes en toítos los animales; pues tampoco se murieron».

Tomás Carrasquilla – En la diestra de Dios padre.

.

Y así es como mi sitio de huida termina siendo un sitio más de encuentro.

Correr termina siendo una actividad que desgasta los huesos, que te acelera el palpitar del corazón, el hacerse consciente de esa sangre que no vemos, pero que corre por las venas.
Llega un punto en el que, al parecer, no se puede huir, el lugar del que no puedes escapar y al que llegan los mil compromisos en los que te metiste, solo para recordarte que era posible, para poder decirse estúpidamente que se puede seguir soñando. Tal vez la estupidez está subvalorada.

Y es inevitable preguntarse si vale la pena seguir corriendo cuando ya no hay un lugar al cual huir, millones de impulsos nerviosos totalmente desperdiciados en… Nada.

Y al final uno se engaña a sí mismo haciendo tantas cosas solo para engañar la muerte, o para hacerla subir a un árbol de aguacate, como hiciera el amigo Peralta, dicen por ahí.

También hay que encontrarse, auto-encontrarse, perder el miedo, que de nada sirve, y dejarse encontrar.

Encontrarse también es reflejarse en el agua, dejar de correr por un instante… Encontrarse también es esa sensación que queda en el cuerpo y en la mente cuando uno se ha estrellado contra la pared, y saber que eso ocurrirá una y mil veces, porque está vivo, porque la vida no es una línea.

Y seguir en esa maraña que llamamos camino, pero seguir sonriendo.

Barrio Nuevo-La Loma, San Cristóbal, (Med-Ant-CO),

Bajo un cielo de estrellas

.Los árboles no deberían morir antes que uno.

El pensamiento casi flota entre los árboles que presenciaron la muerte del mandarino… Ella se fue.

¿Quién, entonces, recogería alegremente sus frutos en las mañanas, cuando el olor a fruta fresca se mezcla con el aroma del aire fresco matutino: la hierba húmeda, el olor de la tierra, el aroma de las flores…?

Se vieron crecer mutuamente, ella jugó con sus amiguitas a la cocinita, dónde la cebolla era ese bulbo el cual, ahora dice, es una Liliácea, cuando ambos estaban más grandes, ella jugó a las escondidas subiéndose a lo más tupido de sus hojas… Ella los vió florecer por primera vez, inundando la mañana con ese olor de las flores de naranja, lima y mandarina.

Ellos, por su parte, la vieron exhalar sus primeros suspiros, los gustos juveniles, pasajeros e imposibles… Tal vez solo las niñas lindas consiguen novio a temprana edad.

Ella probó sus primeros y jugosos frutos, naranjados, frescos… Y el olor, ESE olor…

Ellos la vieron conocer sus primeros amores platónicos a través de las hojas de los libros (autores, no personajes), ella, recostada en sus ramas (ya acondicionadas para sostenerla con los años) compartió con ellos la sonrisa y el éxtasis que queda al final de una buena historia.

Y los grillos, mariposas, libélulas, mariquitas y otros seres parecían ser cómplices de todo esto.

Pero ella se fue.

Ellos siguieron dando frutos que ya nadie comía, nadie humano, por supuesto, pues los demás seres se daban un gran banquete.

Ella los extrañó, jugar entre sus ramas, reír, soñar… Incluso llorar y pasar el trago amargo con un dulce y jugoso fruto.

Y regresaba, pero cada vez con menos frecuencia, aumentaba la ausencia poco a poco.

Parecía que ellos lo habían percibido de algún modo, se enfermaron, casi de muerte… Y luego vino la muerte: el mandarino murió.

Y fue un círculo vicioso, pues a ella le dolía verlos así, entonces regresaba con menos frecuencia.

…Estos árboles también la vieron enamorarse, la vieron estrechar una mano y compartir un beso mientras el corazón le latía más rápido, tal vez sintieron celos, tal vez, de amores arbóreos muy poco se sabe.

Supieron perdonarla: La acogieron de nuevo en sus ya debilitadas ramas para nutrirse con ese líquido que caía de sus ojos, la vieron enfermarse y casi morir por el desamor, pero dicen que de amor o desamor nadie se muere, tal vez, excepto un poco…

Una parte de ella, al igual que estos árboles -excepto el mandarino, que lo hizo por completo-, murió. Juntos buscaron florecer de nuevo, parece que lo lograron.

Ella ha regresado, ellos de nuevo le han obsequiado sus frutos en las mañanas, esos que llegan a las papilas y al bulbo olfativo cuando el olor a fruta fresca se mezcla con el aroma del aire fresco matutino: la hierba húmeda, el olor de la tierra, el aroma de las flores…

Juntos, tal vez con nostalgia, contemplan lo que queda del mandarino muerto… «Los árboles no deberían morir antes que uno» piensa ella mientras los primeros rayos del sol iluminan el día y las aves cantan.

Pero, tal vez, solo tal vez, si materia-energía se transformn, nadie ha muerto.

Dos poemas, Cortesía de Ciro Mendía

LAS DOS AVENIDAS

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Por la avenida del olvido, lento

iba mi corazón convaleciente,

iba medio feliz, medio sonriente,

casi sin un dolor, casi contento.

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Ya no tenía nubes en la frente

y estaba más sumiso el pensamiento,

y en ese fino y cálido momento

nada oscuro guardaba ya en la mente.

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Yo miraba las aves y las hojas,

la tarde ardía de pinturas rojas,

cuando te ví de nuevo y no me viste.

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Yo dejé del olvido la avenida

y tomé del amor, la conocida,

y por la del olvido tú seguiste.

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SOLEDADES

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Pesa el ambiente y un doliente peso

hace llorar la página del día;

se me rompen la voz y la alegría

en esta soledad de carne y hueso.

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Se me clava la ausencia de tu beso

y hace sangre mi luz. Yo te diría

que ya mi corazón perdió la vía,

porque el tuyo ha olvidado su regreso.

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A esta casa sin miel y sin objeto,

hasta la lumbre le faltó al respeto

y el viento y el amor la han golpeado.

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Es una isla conmovida, en donde

se oye de noche, pávido, y se esconde,

el grito de un fantasma enamorado.

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Así es el azar, esta locura de universo en el que estamos parados, depronto vas en el metro, mirando con cuidado al suelo por si depronto se cae y se pierde algún pedazo de corazón roto, y te encuentras con dos poemas que afilan su puñal en la herida, suena masoquista, pero es bello saber que alguien, hace mucho tiempo vivió y pudo transmitir de manera perfecta eso que sientes. Gracias por eso, Ciro.

Tres poemas

Reencuentros

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1. Si preguntan por mí – Beatriz Zuluaga 1932

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Si preguntan por mí…

Díles que salí a cobrar la vieja deuda

que no pude esperar que a la vida

se le diera la gana de llegar a mi puerta.

Diles que salí definitivamente

a dar la cara sin pinturas

y sin trajes en el cuerpo.

Si preguntan por mí…

Diles que apagué el fuego,

dejé la olla limpia y desnuda la cama,

me cansé de esperar la esperanza

y fuí a buscarla.

Diles que no me llamen…

Quité el disco que entretenía con boleros

el beso y el abrazo

la copa estrellé contra el espejo

porque necesitaba convertir

el vino en sangre,

ya que jamás se dió el milagro

de convertirse el agua en vino.

Si preguntan por mí…

Diles que salí a cobrar la deuda

que tenían conmigo el amor,

el fuego, el pan, la sábana y el vino,

que eché llave a la puerta

y no regreso.

¡Definitivamente diles

que me mudé de casa!

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2. No son, necesariamente… – Ana Milena Puerta- 1961

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Hoy he dicho que los ojos no son, necesariamente,

el espejo del alma;

que el sol tampoco es, sin duda alguna,

el astro rey, el dios sol,

y mucho menos prodiga en las tardes

reflejos dorados;

que los labios no son sensuales,

ni las rosas encarnadas, ni carne viva,

ni nada.

Estoy protegiendo al mar

para que no se vuelva una azul lejanía,

ni un agua infinita

ni la tina de venus,

sino que siga siendo el mar.

.

Para que lo sepan:

también voy a proteger el sol, los ojos

y los labios

de todos aquellos abusos.

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3. Jaculatoria – Ana Milena Puerta – 1961

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Todo lo que tengo

es perdible,

En vos confío.

Renaceres

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Así como cuando uno simplemente quiere marcharse, así como cuando uno decide abandonarlo todo y dejarse llevar por el viento. Hoy, de nuevo, una foto, para no perder la costumbre, reiterando que una imagen vale más que mil palabras.

Pa’ que sufran más

No quedaron satisfechos con matarlo, luego de los disparos, la sangre aún fresca en el pavimento de las pocas calles del barrio -un barrio un poco en el olvido, tal vez-, ellos, los «duendes«, esos asesinos que nunca dijeron adiós (aunque así le hicieron creer, a los que no estaban viviéndolo a diario, que se fueron) intentan tomar el cuerpo, meterlo a un carro… Llevárselo.

Es un niño de 14 años, bueno, era… ¿Por qué?

Es algo que suelen hacer, desaparecer el cuerpo varios días «pa’ que la familia y los demás aprendan, y para que la familia sufra más» Me explica una señora…

Esta violencia incansable, que asquea, que duele aunque no sea en nuestra carne ¿Hasta cuando?

*Nota: este post luego de conmoverme infinitamente con la película «Retrato en un mar de mentiras» De Carlos Gaviria.. Nada es ficción, aunque así quisiera.

¿Y si no nos auto-regulamos?

(Sobre un capítulo de Guns, Germs, And Steel by  Jared Diamond) .

En el capítulo “Lethal  Gift of livestock”, el autor nos muestra cómo las enfermedades transmitidas por parásitos han evolucionado en el curso de la historia, desde las primeras infecciones, un poco aisladas y que aún se dan en muchos lugares, hasta lo que llama Crowd diseases (enfermedades de multitudes), las cuales se dan en poblaciones numerosas, y han evolucionado desde los inicios de la agricultura, principalmente.

El hombre, durante el curso de su historia, ha estado en contacto con los demás seres vivos, entre estos los demás animales, ha aprendido a domesticar muchos de ellos y usarlos como alimento, vestimenta, fuerza “bruta”… Y además los ha usado como mascotas, las cuales viven en muchos casos en sus casas, duermen en sus camas… Sigue leyendo «¿Y si no nos auto-regulamos?»

Gallinazos

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A Jaime, que me ha acompañado a re-leer mis escritos y a re-leer los suyos.

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-10/05/2008-8:02pm-

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«Mi muerte será mi vida, que continúa sin que yo este en ella»

Jean Paul Sartre- Los secuestrados de altona (Padre)

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Védlos ahí, con su majestuoso aspecto, tan soberanos, tan libres… ¡Cuánto quisiera poder estar algún día en sus vísceras, formar parte de ellos y volar con ellos por el mundo, dejar un poco de mí por todos lados!

Tal vez algo murió, tal vez un día ese algo sea yo, ojalá no me entierren en un ataúd, ojala me dejen por ahí, bajo un árbol, que ellos vengan por mi, ser parte de ellos, que lo que quede de mis fluidos penetre la tierra, ser tierra, ser viento, ser aire… Ser micro y macro organismo, ser sangre, ser plumas, ser heces… Ojalá que luego de donar lo que se pueda, me tiren bajo un árbol, también ser raíz, ser savia, ser hoja y ser flor.

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Gracias a Google Reader encontré todos los escritos del blog Unknown (el que Microsoft borró), este post en particular, me tomo el atrevimiento de re-publicarlo, porque para mí no es un solo un escrito, es un testamento.