Un breve recuento de el viaje a Ituango

También publicada en ConVerGentes

Hoy es martes 19 de mayo y es mi segundo día de «Tutoría virtual» a los integrantes de Hiperbarrio-Ituango, El sábado regresamos de un corto y productivo viaje, en el cual pudimos conocer un poco de esa belleza oculta de Ituango.

Como dije anteriormente, el jueves llegamos y empezamos con los talleres, especialemtne en la parte de fotografía y composición fotográfica (a cargo de don Álvaro), el viernes Subimos varias de estas fotos a la cuenta de Hiperbarrio Ituango en flickr y retomamos el trabajo con los blogs con un pequeño tutorial, allí aprendieron a subir imágenes al blog (desde URL y ordenador), poner enlaces, escribir entradas, entre otros.

El viernes, día del maestro, hubo un pequeño agasajo a los maestros (yo me colé en dicha reunión), tuvimos la hermosa oportunidad de disfrutar de una velada con msica a cargo de los susodichos y diversas actividades reflexivas,

El sábado lo aprovechamos para explicar un poco sobre los widgets, ponernos de acuerdo en horarios y tomar algunas fotos grupales (trabajo iniciado el Viernes), luego nos dispersamos y nos encontramos con el padre Edison para salir a caminar un poco, cuando iniciábamos dicha caminata, nos encontramos con un montón de personas en las calles pintando sus casas, fue asombroso ver a tanta gente reunida cambiando el aspecto de un lugar, y ver también al alcalde y otros funcionarios ayudando en dicha labor.

Subió el mototaxi y tuvimos la oportunidad de dar un paseo por el lugar, incluso fuimos al asilo, un lugar lleno de sentimientos y recuerdos (bastante conmovedores para mí), retornamos al lugar de inicio de nuestra travesía, dialogamos con varias personas, entre ellas el Alcalde y un periodista de teleantioquia, luego bajamos en compañía del padre Edison, el alcalde y su colaborador a una casa cercana a nuestro lugar de hospedaje (la casa cural), en ella existen mil historias que, como dice Arley «Con cada foto se puede escribir una historia entera», la leyenda del tigre de Ituango, los objetos artesanales en abundancia y de diversa utilidad.

Me pongo a recordar y además pasan por mi mente las calles, la sonrisa de cada una de las personas con quienes pudimos compartir ese tiempo, su entusiasmo y hospitalidad, el verde de las mañanas acompañado del dulce canto de las aves, y en general, todo ese paraiso bello por excelencia.

Despedirse fue dificil, el padre Edwin tenía razón en su precaución humorística: «Cierren las ventanas del taxi», ¿Y es que quién no va querer devolverse a tan bello lugar?

 

Nota: les quedo debiendo las fotos para mañana